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La obsesiva y enloquecida lucha del capitán Ahab contra la gran ballena blanca no solo es un clásico de la literatura, sino también uno de los últimos grandes mitos del imaginario contemporáneo. Bill Sienkiewicz, aquí en la cúspide de su evolución artística, exalta su aliento épico y simbólico pintando un descenso hacia el abismo donde heroísmo y locura acaban confundiéndose irremediablemente y transmitiendo con viveza la oscura tragedia que se produce cuando, para vencer al mal, se sucumbe ante el mismo mal.El grafista estadounidense, con sus composiciones en tonos especialmente oscuros, explota a la perfección el aspecto angustioso de la obra y, en particular, la locura asesina del capitán Ahab, sin olvidar la inmensidad del océano y su furia cuando se desata. Por supuesto, los retratos de la tripulación del Pequod son extremadamente fieles a la esencia de cada personaje, lo que nos permite redescubrir las inmensas cualidades literarias de la obra original.La publicación por Astiberri de esta adaptación del clásico de Herman Melville, realizada por Bill Sienkiewicz hace ahora 30 años, pone en evidencia el valor de una obra que conserva toda su potencia visual.