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Este cuarto tomo se sitúa en los años de la Barcelona pre-Olimpiadas, cuando se empezaron a reformar muchas de las zonas más chungas de la ciudad para dar buena imagen. Al Maki, al Popeye, al Moromierda, al Pirata, al Pitufo y compañía nadie se atrevió a decirles nada. Bien que hicieron. Buenos son ellos si les tocas los cojones. Makinavaja, el último chorizo nace en el semanario El Jueves en 1986. Su creador, Ivà, ya era uno de los más destacados humoristas gráficos del país, como había demostrado sobradamente en, por ejemplo, sus colaboraciones en revistas como Barrabás o El Papus. Makinavaja es un chorizo, en efecto, uno de los últimos de su estirpe, que se mueve como pez en el agua en la Barcelona del Barrio Chino de los años ochenta y noventa del siglo pasado. De vistoso tupé, con una cicatriz en su mejilla izquierda, vestido siempre con una chupa de cuero, pañuelo anudado al cuello, camiseta de rayas y tejanos es, sí, un ladrón de poca monta capaz de disparar su arma cuando lo requiera la ocasión. Pero también es una especie de filósofo existencial, que reflexiona en voz alta sobre cuestiones vitales, que puede convertirse en una especie de Robin Hood urbano y al que le acompañan tanto una muy personal visión de la justicia como una ideología rayana en el anarquismo.